Prólogo…
Una autobiografía de los hechos, comportamientos, vivencias, sueños y pensamientos de alguien simple y transparente que decide develar sus secretos más recónditos y dejar al libre albedrío el final de una historia que aún conserva su trayecto en la vida.
Un ser simple y natural, como tú y como yo, que decide contemplar sus vivencias desde otro plano y se atreve a decir como fue logrando la felicidad a pesar de su infortunio, que no considera como tal, sino como el mayor regalo del universo para mejorar su vida y su espiritualidad para lograr la armonía del alma y finalmente; ser feliz.
“La evolución del tiempo enseña su grandeza a los sabios
que aprenden a utilizar el dolor como herramienta para llegar a la felicidad
y la torpeza al necio que se sumerge en el desconsuelo”
(Aforismos)
Ruth Medinna.
La dama y la luna
Tal vez esto sea lo mas loco que haya escrito en mi vida
-dijo Anita –
Estaba sentada cuando decidí apagar la pantalla de mi televisor. Poco tiempo antes estaba a punto de estallar entre moléculas de recuerdos de mi infancia, mis poesías, mis locuras, mis alegrías y llantos, mi soberbia, mi timidez, mis sentimientos mas recónditos y profundos, los desafíos, los logros, los fracasos, los intentos y el amor propio; que cada vez se hacía más propio.
No esta mal quererse a uno mismo, pero esto había traspasado todo extremo, todo límite. No sé cómo ni porque me sumergía cada vez más en mi mundo.
Cada mañana me levantaba y mirándome al espejo entonaba una canción que decía lo mucho que me gustaba esa persona, cuanto la amaba, lo maravillada que estaba de su alma. Había algo que cada vez me atrapaba más, estaba orgullosa y enamorada. Y pensar que esa persona era yo
–replicó –
¡Que locura! Solía sentarme a tomar un delicioso café mientras rozaba y admiraba el contorno de mi piel, sentía ganas de abrazarme a mi misma y protegerme del entorno. Los domingos por las tardes encendía velas en hornillos con esencias de vainilla, llenaba la bañera con agua y espuma y me sumergía deleitosamente con total relax y respiraba profundo. El aire sabía perfecto.
Fue loco, pero a veces me sentía aburrida y necesitaba estar con alguien más que conmigo misma. Así que comencé a tener conversaciones virtuales con él.
Él estaba en Italia, aún, pero pronto viajaría en camino de regreso a Buenos Aires, así que lo esperé cada día y cada luna.
Claro estaba que lo que yo buscaba de él, era el desafío de que me enamore; pues ya nada me seducía. Y él me declaró que jamás se había enamorado, y aún así notaba que en nuestras largas charlas virtuales convertíamos las horas en un transitar agradable y relajante de esos minúsculos lapsos de segundos unidos en un solo tiempo.
Lo que aún no sé, es lo que a él le atraía de mí. Si era el desafío de enamorarme o mi mirada bajo la luz de la Luna, como solía decirme.
Siempre me recordaba que lo más parecido al amor y casi su único amor, fue la Luna, pues ella era casi perfecta, lo iluminaba, lo acompañaba aquí, allá o donde fuera. En cualquier parte de esta insatisfecha y gigantesca tierra.
En Londres, en Paris, Nueva York, África, Madrid, Venecia, Roma y en todos esos lugares que recorrieron sus pies.
A veces creo que lo que nos unió fue el haber compartido experiencias de nuestras infancias, aquellos poemas casi gemelos de nuestras historias vividas y sentidas, vivir cosas parecidas, amar la poesía y el arte en todas sus formas, la manera de permitir que se exprese el alma, la dulzura de regalarle una sonrisa a un niño, de compartir un abrazo, de pensar que siempre hay alguien que puede ser el espejo de nuestro pasado.
Así que el día llegó y yo estaba totalmente inquieta, aunque todavía no comprendo el porque. ¡Yo que era tan segura de mi misma y que me llevaba el mundo por delante, con la mayor de las carismas y una fuerte personalidad entrañable y sarcástica al mismo tiempo, titubeaba al saber que en pocos minutos nos sentaríamos juntos a tener largas charlas pendientes mirándonos fijamente a los ojos! Había pasado tanto tiempo.
Y mirar los ojos es una de las mejores maneras de ver pasar el tiempo y reconocer la esencia.
Retrato de una noche
- Necesitaba verte. Creo conocerte de una vida que no es solo esta y que no te esperé durante años, sino que lo hice durante siglos. Contigo siento que he recorrido tantas épocas, tantas vidas, tantos cuerpos. Extrañaba tu aroma, tu risa, tu mirada, tu boca, mi calma al ver el vaivén de tus labios cuando me interrogaban- me dijo.
¿Qué es lo que veías dentro de mí y querías curar?
Aún recuerdo cuando atinaste a apoyar tu mano sobre mi pecho y sin hacerlo sentí tu energía, que tus dedos buscaban extirpar algún mal que estaba dentro de mí.
Reiky, curación con las manos, energía que se transmite, todo eso.
Perdón, no te creí.
Comenzamos a conversar durante largas horas, me hiciste llorar, iniciaste el camino que desnuda mi alma, lo más recóndito de mí, las memorias escabullidas que se ahondaron en lo más profundo de mí ser y de mi cerebro.
El diástole y el sístole protuberantes de mi corazón parecían hacer estallar mi pecho en aquellas horas.
Cuanta belleza había dentro de ti, me relajabas con tus historias de los Dioses, de África, de los niños a los que ese payasito divino les robó una sonrisa. Hacia mucho tiempo que no me sentía así ni me admiraban por mi interior. Y lo exterior es pasajero.
Empezaron a surgir las reminiscencias y llegamos a la conclusión de que escribiríamos un libro juntos, La dama y la Luna –dijiste que se llamaría - y me lo dedicarías cuando este terminado, pero debíamos renunciar a la apuesta, al desafío de que me enamores. Pues lo único que querías ahora y más allá de tus sentimientos era ayudarme. Y así fue. Renunciamos.
Otro día llegó.
Te extraño –me dijiste –
Y nos vimos de nuevo.
Fueron naciendo mas charlas, nos ahondamos mas en el interior del otro, mirándonos fijo a los ojos, presenciar una vez más el beso inquieto que se sumergía en mis labios muertos de sed de rozar los tuyos, esperando el momento preciso para que alcanzaras los míos. Habíamos renunciado a la apuesta pero la energía erizaba todo el contorno de mi piel, nunca me había pasado algo así, vibraba de pasión ante tu figura, ante tu voz, ante tu mirada y tu ternura.
Fue raro, más loco que nuestras poesías y los mismos locos y más raro que vos
–como yo te decía -
¿Te puedo abrazar?
Claro
–te conteste -
Y me sumergiste en un abrazo profundo y lleno, infinito, mágico, eterno.
Luego me miraste a los ojos y besaste mis labios con tu mirada que impregnó mi boca llena de ti en el destello de tu mirar infinito como tu Luna
–te sentí -
La noche transcurrió y me escribías los poemas mas lindos que recibí en mi vida.
Y tomaste mi rostro acariciando con ternura mis mejillas y mi frente, y luego me besaste con un beso que duró por siempre.
Con mi cuerpo aferrado en tus brazos me pediste que me quede contigo para siempre.
Me asusté, me limité, me excedí al mirarte de una manera triste, dudosa, impenetrable.
Al amanecer todo fue confuso y diferente, parecía esfumarse toda esa fantasía inigualable de haberte encontrado. Te sentía distante y aún no entendía el porque.
Así que decidí tomar distancia de ti y me aleje para siempre, esta vez, llena de orgullo y cobardía.
Entonces llegué a casa y comencé a escribir poesías para ti.
Desnudar mi esencia
Siento que te escapaste como un ladrón en la noche. No importa, voy a hacerlo sola. Voy a desnudar mi esencia y a develar mis más recónditos secretos. Las memorias que me aquejan desde mi niñez, desde aquella infancia llena de pesares y también de momentos felices ¿Por qué no?
Voy a recorrer cada historia que marcó algo en mi vida y las consecuencias de ellas. La adolescencia y mi edad adulta. Mis defectos, mis virtudes, mis pecados, mis temores, mis logros y fracasos, los obstáculos destruidos a través del valor que me empujó a seguir siempre adelante a pesar de las dificultades.
Ahora cierro mis ojos y grabo lo que siento. Comienzo a recorrer cada detalle del momento donde me lleve mi mente. Es como psicoanalizarse a si misma. Estoy atravesando un período en el cual necesito soledad, estar relajada conmigo misma. Ahora la incógnita que me lleva a preguntarme el porque de mis reacciones en el plano sexual. Entonces recuerdo… Cuando era una adolescente de catorce años de edad solía fantasear con que alguien me violaba. Yo me resistía e intentaba deshacerme de esa persona con violencia, pero al mismo tiempo disfrutaba. Tenía miedo al dolor, pero en mis fantasías el dolor y la humillación era mucho menos que el placer.
A veces me pregunto de donde venían esos pensamientos de perversión que una niña adolescente de esa edad no debería tener. Y poco a poco fui entrando lentamente en las profundidades de mi esencia, de mi mente y revisando cada hueco en el que se acunaban mis pensamientos, recuerdos y sentimientos más ocultos.
Volvamos en el tiempo más atrás. Ahora tengo miedo de no volver a mi realidad actual, comienzo a adentrarme en el tiempo, en las memorias que me llevan a mi infancia. ¿Estoy llorando?
Solo son lagrimas que recorren mis mejillas al evocar la imagen de mi abuela. Mis años dorados, loquísimo. Aun recuerdo a ella trayendo la miel que a mi tanto me gustaba a la mesa en los domingos de mi infancia. Ella era tan dulce y yo le desee la muerte. A veces suelo preguntarme como sucedió y el porque de haber pensado de ese modo con mis tan solo seis tiernos años de edad.
Sigamos más atrás. Me causan temor las regresiones. Todo es lúgubre, apenas un fino hilo de luz entra por entre medio de la hoja y el marco de la ventana que tiene una oscura cortina. Ese asqueroso y miserable ser me llevo engañada hasta su cuarto diciéndome que me regalaría deliciosos caramelos.
Llanto, congoja, desdicha.
¡Quiero volver a mi realidad actual! –me dije -
Pero ahora ya es tarde y esta es mi realidad actual y tan solo puedo llorar y llorar.
Siento una fuerte presión en mi pecho y ganas de matar a ese desgraciado.
Mi garganta se cierra y la opresión en mi pecho se intensifica cada vez más.
La impotencia crece y me siento acorralada, no se si será por eso pero creo comenzar a entender el porque de mis crisis de angustia “los famosos ataques de pánico que me diagnosticaron los médicos”.
Él me amenaza con que no diga nada y pretende que calle mi boca. Me siento asustada y avergonzada. El maldito cretino unta mi vagina con su saliva mientras lame ladinamente la misma sosteniendo mis frágiles piernitas entre sus manos y apoyándolas sobre sus hombros. Ahora volví de nuevo en el tiempo y siento ganas de despellejarlo y matarlo de a poco para que sufra como se merece.
Siento la sed de venganza que cubre mis mayores anhelos.
Pero ya no. No debo desgastar mis energías en ello. Y sigo adelante, una vez más.
Mirando con ojos llenos de lagrimas mi destino incierto.
Cada vez que quiero comenzar una relación no puedo estar estable en un cien por ciento, necesito libertades que otras personas tal vez no necesiten. Creo estar convencida de que para mi el amor es libre y queda en la conciencia de uno mismo el defraudar o no a la persona que nos acompaña en la vida.
En busca de mí…
Anita tenía un concepto desde niña que decía que la masturbación es un pecado. Pero a esta altura había comenzado a buscarse a si misma y aún mas allá de las necesidades fisiológicas como mujer. El mundo esta continuamente en evolución y eso nos permite ser acreedores de experiencias que tal vez antes no nos hubiéramos animado a realizar. Así que comenzó a relajarse y encontrarse consigo misma. Bajo las luces y encendió unas velas, escogió unos hornillos con esencia perfumada de vainilla y algunos sahumerios del mismo aroma, su favorita.
Lleno la bañera con espuma y sales. Todo el ambiente estaba agradable como a ella le gustaba, así que comenzó a sumergirse en el agua y acariciar dulcemente su rostro mientras el roce de sus manos se deslizaba delicadamente sobre sus hombros, luego acariciaba sus pechos y jugaba con sus pezones, sus brazos emitían caricias entre si que luego alcanzaban su vientre y hacían leve presión contra el mismo. La estructura de su palma y la delicadeza de sus dedos seguían luego el contorno de sus piernas deslizándose de arriba hacia abajo y volviendo una y otra vez, iniciando un camino cada vez mas interno hacia la entrepierna.
Luego su mano izquierda se desliza en otra dirección, esta vez con movimientos mas continuos y con mayor intensidad de presión chocando contra su vientre nuevamente mientras la izquierda toma la dirección se su clítoris acariciándolo con roces disueltos en el mismo agua, jugando una y otra vez con el mismo hasta comenzar una cuidadosa penetración cada vez mas intensa y con movimientos mas ligeros.
Anita no quiere detenerse, se escabulle en placer y pierde la noción del tiempo.
Todo sucedió. Se masturbó y se siente sumamente relajada y libre de sus propias presiones, ya no piensa en las creencias, los pecados y todas esas falsas doctrinas que no permiten a las personas disfrutarse y encontrarse a si mismas.
La cura de la paranoia de un amor descontrolado
Ahora me siento feliz conmigo misma, cada vez me siento mejor y me admiro aún más. Creo que hasta es mayor la autoestima ¿Y que mejor que estar conmigo misma que jamás me lastimaría?
Mis mañanas eran cada vez más felices. Me levantaba y me miraba el espejo admirándome y cantando alguna canción que en el fondo de mí sabía que dedicada a mi persona. Le decía con mis ojos a mi imagen lo mucho que me amaba, y cada día que transcurría me fortalecía con ello.
Luego preparaba un delicioso desayuno y me sentaba con un libro a mi lado. El que decía algo del estilo “La fe mueve montañas” y ojeaba sus páginas.
Cada cosa que creía me concedía alguna consecuencia relacionada con lo mismo.
En algún momento creí estar enamorada de mí y creo que fue así.
A veces suelo entretenerme hablando con otras personas para pasar algún tiempo que me quede vacío. Y alguna vez en medio de eso alguien me dijo que soy egocéntrica, cosa que me hizo tambalear y pensar en relación a todo y sin mas ni menos, esa persona fue un joven apuesto y casi con mis mismas características en todo, así que me dejó desconcertada pensando en ello y comencé a tener charlas cada vez mas profundas con él.
Con los días cada vez sentía mas la necesidad de hablar con él y saber de sus cosas, que me hable aun mas de mi, que me deje pensando en algo mas que no sea solo mi amor propio.
Mi mente se estaba escabullendo en un mundo diferente yendo en busca de algo que para mi ya era parte de algo utópico, de un mundo plagado de farsas y totalmente inexistente.
Creo que de a poco ese alguien estaba llegando a mi alma. Algo que siempre añoré y al no encontrarlo sentí que el amor no existía de otra forma sino hacia uno mismo y hacia la familia.
Alguna vez sorpresivamente me dijo que viajaba algunos meses por trabajo. Y creo que fue ahí cuando me di cuenta de que algo comenzaba a aflorar en mi interior.
Me negué una y otra vez a sentir, pero cada vez estaba más aprisionada y envuelta en una emboscada de la que casi no podía salir.
Me vas a olvidar, todas las personas lo hacen.- Dijo Anita-
Juan -¿Estás loca? -
Anita -Es verdad, mi hermano dijo que siempre estaría en contacto conmigo, éramos muy unidos hasta que un día se fue y me cansé de llamarlo sin obtener respuesta alguna de su parte. Aun no se mas nada de él -.
Juan -Te dije que yo no soy igual a las demás personas y lo más probable es que te olvides de mí antes que yo de ti -.
Anita -Mejor dejémoslo ahí y que las cosas sucedan -.
Juan -OK. Como digas, eres cerrada y caprichosa -.
¿Cerrada y caprichosa? –Me quedé pensando, apenas sin omitir sonido alguno me di cuenta de alguien más que yo importaba ahora en mi vida -.
Aun estoy enamorada de mi solo que me controlo un poco para poder dejar algo de amor para la gente que me rodea y me quiere.
El retorno a Buenos Aires
Hace algunos meses que nos extrañamos mutuamente. Finalmente tengo mis vacaciones y aunque sea poco el tiempo, solo tres días, ya que el resto de ellas debo trabajar en otro lado, decidí ir a verlo a San Clemente del Tuyú.
Estoy sumamente enamorada y quiero concluir mi existencia junto a él, yacer a su lado, formar parte de su presente y de su futuro también. Por supuesto que algo pasó en el medio y considero que no es necesario decirlo. Hace algún tiempo me hizo la propuesta de ser novios pero le dije que no quería pensar en títulos por ahora y que tan solo quería amarlo y disfrutarlo en cada día de mi vida. El miedo a fracasar era gigante aún, a veces las etiquetas suelen lastimar una relación y volverla monótona y fría.
Aun así mi vida estaba enfocada en base a él. Pasa que aún mis temores eran muy grandes y no quería perderlo.
Así que llegado el momento armé mi pequeño bolso y partí locamente sin saber aún donde pasaría algunas noches. De todos modos no sería mala idea la de dormir en la playa y hacer el amor con él entre caricias y movimientos cómplices y disimulados que envolvieran nuestras acciones por si algún ojo pasara a espiarnos.
-Cuenta Anita -.
Llegó la noche y nos encontramos. Me miró. Lo miré. Asentí con la mirada y sello mis labios con un beso profundo, infinito e inquieto. Hicimos el amor en el fondo de la casa que alquilé apenas llegué. En su casa lo esperaban sus padres para cenar. Bien entonces. ¿Qué podía decir yo si aún no era su novia?
Lo acompañé a tomar un taxi y cuando estábamos saliendo entre besos y caricias mira a mis ojos profundamente. -Quiero más –me dijo. -Y asentí de nuevo sin omitir sonido -.
Retomamos el camino y a pocos metros hicimos el amor nuevamente.
Al día siguiente nos encontramos de nuevo. Desayunamos juntos y nos embebimos de deseos. Hicimos el amor una y otra vez. Nos duchamos juntos y volvimos a impregnarnos de placer y nos amamos nuevamente. Almorzamos. Nos acariciamos y volvimos a hacer el amor. Tomamos una siesta y desperté entre sus brazos que me sujetaban con fuerza. Lentamente me fui deslizando hasta llegar con mis labios a besar su miembro, despertó jadeante e hicimos el amor desenfrenadamente.
Las horas irreverentes transcurrieron, era casi la noche así que merendamos algo y nos marchamos cada uno a su casa.
Al día siguiente mientras él trabajaba así que pasé algunas horas en la playa. Luego fui a pasear por el centro y comprar alfajores para llevarle a mi familia. Y más tarde nos encontramos de nuevo. Lo conocían todos. Ni siquiera tomó mi mano para caminar. Fuimos a la casita en que nos deleitamos tanto el día anterior y me preguntó que me pasaba. Le dije que no quería volver a verlo.
Juan -¿Es porque no te tomé de la mano y no te besé delante de la gente? -
Anita –Por eso mismo… ¡No soy un juguete! –
Juan –No me gusta exhibirme gratuitamente delante de los demás…-
Anita –Ya no tendrás que exhibirte…por lo menos no conmigo –
Juan –Yo tenía sueños, proyectos con vos, pensé que lo nuestro sería para siempre… ¿Y así como así tirás todo por la borda? -.
Anita –Es que estoy confundida y no bien que es lo que quiero -.
Por dentro se desgarraba de dolor pero su orgullo solía llevarla a decir cosas que no sentía.
Juan –OK. Si es así no hay más nada de que hablar…pensé que eras diferente -.
Anita –Perdonáme –.
Y pensando en que no eran novios se acercó hacia él para besar sus labios mientras que él corre su cara dando señales de enojo. Intenta abrazarlo y el quita sus brazos, intenta acariciarlo, seducirlo y él se resiste. Ella no se da por vencida, mira sus ojos, sostiene sus manos e impregna sus labios con un beso profundo. Juan ya no puede resistirse y la arrebata empujándola hasta la habitación donde levanta su vestido y la besa íntegramente impregnando su vagina de humedad y llenándola de sexo ardiente y amor desenfrenado.
Todo concluye. Le dice que la ama con locura y que no vuelva a hacerle eso.
-Anita –Mmmm… creo que voy a hacerte enojar mas seguido.
Ambos se sonríen y concluyen la despedida. Ella debe volver a Buenos Aires.
Las cartas para el amor de mi vida
Han pasado algunos meses desde que Juan cambió mi vida solitaria y sumergida en mi ego. Creo que jamás volveré a estar sola porque ahora el gran amor de mi vida está presente para hacerme intensamente feliz, para llenar cada espacio de mí, cada rincón de mi vida durante el resto de mis días.
-Relata Anita -.
Cada semana y desde hace algunos años comencé a escribir cartas para el amor de mi vida. Creo que siempre quise tener la certeza de encontrarlo y entregárselas como regalo por cambiar el rumbo de su vida y hacerme sumamente feliz.
Mientras el tiempo transcurría pensaba que aquellas cartas le serían regaladas a mi misma persona ya que ningún hombre podía ocupar tan alto puesto en mi corazón.
Parecía que miles de otoños con hojas amarillentas danzando la balada del amor en la utopía y tantas primaveras engalanadas de aromas florecientes hubieran pasado por las referidas epístolas que mencionaban algo tan abstracto y absurdo como es el amor.
Así que fui armando una colección y guardando semana a semana retazos de mis sentimientos en aquellos soberbios retazos de papel escritos con tinta y sueños refiriendo mis estrofas al amor que alguna vez iba a encontrar y llenar lo mas profundo de mi alma captando mi atención y despojándome de mi cordura para siempre .
El veintiuno de febrero del año dos mil nueve me di cuenta de que esas esquelas deberían ser entregadas a Juan. Sentí que con él comenzaban todas mis esperanzas de sentirme amada y amar infinitamente a alguien y por supuesto que con él también concluiría esa ilusión si el amor se marchitara. Así que tomé la decisión y las guardé en una caja en la que elegantemente decía… “Para Juan, el dulce amor que impregnó mi camino de felicidad y de ternura. De amor incomparable y fervoroso. De sana pasión y de poesía desde lo mas profundo de mi ser”
Ese mismo día le dije que si, que quería que seamos novios, que no quería vivir sin él y que mi amor era infinito y profundo. Que quería pasar el resto de mi vida a su lado y que era maravillosamente mi “Gran Amor”
La espera inquieta
Él está lejos pero pronto ha de regresar. Lo espero cada noche irremediablemente enredándome en las sábanas, girando una y otra vez dando vueltas y aprisionando mi rostro contra la almohada mientras sueño con él.
Mientras tanto mi vida continua, la lucha atosigante de mi trabajo que me desgasta y hace mas leve la espera, mi familia que siempre está, mis proyectos económicos a pesar de la crisis que corre durante estos tiempos y la irremisible ansiedad de llegar a casa y encender la computadora para chatear con él y decirnos lo mucho que nos amamos, que nos extrañamos y que ansiamos el momento de estar juntos eternamente, de nuevo mirándonos a los ojos, sintiendo las mutuas caricias, los besos interminables y la piel erizada de deseos con el solo motivo de vernos.
Es loco lo que nos pasa, no descansamos de decirnos cosas maravillosas y nos cuesta despegarnos de la fría pantalla que nos mantiene comunicados. Durante el día lo hacemos con mensajes de texto por intermedio de un maldito celular que no puede transportarme a su lado. Pero así la distancia se hace más llevadera y esos mensajes tan tiernos y profundos me enamoran cada día más de él.
Hoy es el gran día tan esperado. Ha de retornar y voy a esperarlo a la estación del micro en el que llega para recibirlo con un abrazo infinito y eterno.
Cambié apenas el tono de mi cabello, algo mas oscuro se que puede agradarle y además ya luce más radiante. Tomé algo de sol para verme mas bronceada y resaltar mis rasgos. Puse en la heladera un vino blanco dulce Santa Julia cosecha tardía, ese que a él le encanta y dos copas para brindar por su regreso. Ambienté con velas y hornillos la habitación en la que dormiríamos -Por decirlo de alguna forma –prosigue Anita con una leve sonrisa -.
Luego preparé algo de ropa liviana y sexy para ponerme e ir a buscarlo y además impregné la totalidad de mi piel con aroma a vainilla, la favorita de ambos. Seguramente algo sucedería en camino a casa y no es necesario aclararlo.
-Refirió Anita -.
Algunos minutos mas tarde a ella le llega un mensaje de texto…
-Juan -Me quiero matar…un compañero de trabajo se lesionó y me quedo una semana mas en San Clemente, finalmente no viajo –.
-Anita –Ok -.
-Juan –Te pido que no te enojes ni te alejes por favor amor -.
-Anita –No me enojo…simplemente hay cosas que a veces no me cierran…pero no importa…lo hablamos cuando nos vemos -.
Finalmente Anita volvió a su rutina de esperarlo nuevamente cada noche y cada día.
Así pasó algún tiempo mas desde aquel día y ella no deja de recordar las noches de amor y de pasión que tuvieron cuando ella viajó a San Clemente. Diariamente se repiten lo mucho que se aman y cuanto anhelan estar juntos. Él la atosiga con mensajes de texto y luego desaparece.
El gran día llega nuevamente. Hoy retorna a Buenos Aires. Han pasado muchas cosas en el medio. Estoy inquieta, ansiosa y tengo miedo.
-Dijo Anita -.
¿Y que quedó de lo nuestro?
Un éxodo de mariposas revoloteando en mi vientre
Un retoño de nostalgia de aquel tiempo que fue mío
La antología de excusas, las palabras casi ausentes
¿Y qué quedo de lo nuestro? Solo un profundo vacío.
Las horas ya desbastadas por la elusión de tu ausencia
Las noches muertas de sueño por el insomnio adherido
La primavera oxidada, las tardes hechas sentencia
Los mensajes olvidados de tu cuerpo junto al mío.
La brisa de aquel verano en que esperé ilusionada
El tiempo que era un engaño, el sueño que era cretino
El beso desesperado, la ilusión arrebatada
Las caricias que aun te esperan, las huellas de mi destino.
La verdad impertinente que desviste mis memorias
La risa que se marchita cada aurora en el hastío
La piel que yace sedienta sofocada en esta historia
¿Y qué quedó de lo nuestro? Solo un profundo vacío.
Dedicada a Juan…
Es una noche como cualquiera, solo que más especial que otras.
El mismo cielo, las mismas estrellas, el ruido del tren, el bullicio de los automóviles y algo que marca la diferencia en este treinta de marzo que jamás voy a olvidar.
Hace cuatro días que Juan llegó y hace tres que lo vi y fue tan solo unos minutos, luego me acompañó a mi lugar de trabajo y después de eso me mantuvo al tanto durante toda la jornada diciéndome que estaba buscando un empleo en Buenos Aires y desde entonces ya no tuve mas noticias de él hasta que luego de varios intentos fallidos de comunicarme con él me envía un mensaje de texto diciendo…
-Mil perdones…me quedo en San Clemente y no me animo a decírtelo…suerte en tu futuro –Continua Anita relatando su historia con ojos llenos de lágrimas -.
Las luces son tenues, estoy sola y quiero agasajarme. Estoy triste. He llorado tanto en este día, he sido invadida por un nudo que aprisionó mi pecho hasta que rompí en llanto. He derramado tantas lágrimas que mis ojos quedaron vacíos y resecos de hastío. Por primera vez en tanto tiempo y sentada frente a la computadora me doy cuenta de lo sola que me siento. Hace seis meses y ocho días que alguien entró a mi vida y hace tan solo un maldito día que me abandonó.
Quise entender el porque pero no hallé la respuesta. Le brindé todo mi amor, lo más profundo de mí, dediqué muchas poesías que escribí para él. Mi amor fue suyo, mis caricias, la intensidad de mis besos, el encanto de mis labios que se deslizaban íntegramente embriagando el contorno de su piel, la humedad de mi sexo, el sudor de mi piel erizada de deseos. Aquellas noches en que desperté soñando que estaba aferrada a su cuerpo, embebiendo mis sábanas de elixir.
Hoy me despido de todo, de lo que fui, del amor de mi vida, de mi pasado, de mi existir.
A veces intento comprender el porque pero no encuentro la respuesta.
Escribir me causa una cierta delicia de que algún día todo será diferente y la lectura de estas líneas no será más que un simple recuerdo.
En algún tiempo fui presa de mi propio ego, alimenté el amor hacia mí que poco a poco fue desvaneciéndose y entregándose a él, enteramente a él.
Enciendo unas velas y hornillos con aroma a café, el perfume a vainilla me hace recordarlo, era mi favorita y también la de él.
La cena es sushi, busqué la receta en Internet. El vino blanco dulce, que guardaba para brindar con el amor de mi vida en una noche de amor y de lujuria. Brindo con su ausencia y disfruto nuevamente de mi libertad. Todas las mañanas serán mías. Despertaré pensando en mí, creyendo en mí, haciendo las cosas que me hacen feliz. Intentaré convencerme de que todo no fue mas que un mágico sueño que poco a poco se fue desvaneciendo.
Apenas el tenue paisaje de su recuerdo parpadea ante mis ojos y confunde mi existencia, pero aún así, todo parece perfecto, solo que me cuesta encontrarme a mi misma.
Solo resta algo importantísimo para completar la velada. Tomar las cartas que iban a serle entregadas en una noche especial y como sorpresa única a Juan diciéndole y mirando a sus ojos que por ser el “Gran Amor de mi Vida” se las otorgo para que cada día ayudemos a florecer el amor que nos tenemos.
Las tengo en mis manos y la maldita distancia no me permite entregárselas. Me dejó con las palabras en la boca, sin darme la revancha de decirle lo que siento, de lo importante que fue para mí el haberlo encontrado en mi destino. Dejó mi pecho lleno de dolor y de impotencia. Echó todo por la borda. Desbastó mi alma con palabras impías y verdades vacías.
Despedacé algunas epístolas y arrojé a todas a la basura, inclusive la caja en la que las guardaba.
Mañana será otro día y tal vez respire de nuevo el aire que me hizo sonreír alguna vez.
Iniciando un nuevo camino
Ha pasado algún tiempo desde aquel día. Me fui enredando nuevamente en sus palabras vacías y lejanas. El enviaba mensajes hacia mi persona preguntando como me sentía y yo, inocente le contestaba.
No hace falta mencionar que lo extrañaba demasiado, que acariciaba su aroma en el aire nostálgico de mi habitación cada día al despertar y que al sonar un mensaje de texto proviniendo de mi teléfono celular corría a ver si era de él.
Poco a poco fui reconociendo que no quería vivir sin él, motivo por el cual fui cayendo nuevamente a sus pies y creyendo sus palabras que tan solo emitían mentiras.
Me esmeré demasiado para conseguirle un trabajo en Buenos Aires y hasta le ofrecí alojarse en mi departamento hasta que encontrara algún lugar donde pudiera estar. Moví contactos y no dejé un solo día librado al azahar. Siempre mientras respiré su imagen estuvo presente ante mí.
Viajé para encontrarme con él. Necesitaba verlo y acariciarnos mutuamente. Nos alojamos en un hotel cercano al mar y nos entregamos el uno al otro sin descanso. Nos miramos, nos mimamos, nos acariciamos, nos amamos.
Al día siguiente debía partir de regreso y continuar mis tareas en Buenos Aires. El trabajo y las obligaciones me estaban esperando. Así que regresé y las cosas fueron cambiando de nuevo.
Juan estaba cada vez más distante.
No podía quedarme con la duda del porque de esta situación, así que enfrenté la realidad al día siguiente en que cumplíamos ocho meses de noviazgo y lo llamé para decirle lo que pensaba sobre su actitud.
-Creo que tienes razón- me dijo -.
No entendí bien el porque se alejaba de mi de esa forma y decidí darle un giro a mi vida. Ya no necesitaba llorar y seguir sufriendo, fue suficiente en esta vida. Sentí desmoronarme durante los primeros días, sin embargo una mañana me levanté y tomé coraje para llegar a mi meta. Ser feliz.
Era impreciso el momento. Apenas pude atorarme con las palabras y ya ni siquiera sabia que debía sentir. La tarde transcurriría y no sabía como pedir socorro o tal vez como explicar lo maravillada que estaba.
Comencé a adentrarme en las profundidades de Delfina, una fuerte luz invadió mi rostro y de pronto ya estaba en otra dimensión. Allí recordé cuando alguien alguna vez habló de esa luz al final del camino. Creo que son pocos los que pueden crear la conexión necesaria para poder sentir el sendero que te lleva a Delfina.
La situación era confusa, Juan estaba tan lejos de todo. Lejos de mi amor, lejos de nosotros, lejos de aquella noticia y de las emociones que invadían de sollozo mis ojos.
Quedé pasmada ante semejante noticia y sentí desvanecerme. El aire comenzó a faltar y el ambiente sofocaba mis pulmones, mi corazón latía a una velocidad casi inalcanzable creo. Y mis piernas se aflojaron y sentí desvanecerme.
-Tranquila –me dijo la doctora.
Y tan solo atiné a mirarla cuando un inmenso vacío se sumergió dentro de mí y la oscuridad opacó mis ojos.
De aquel momento no recuerdo mas nada, pero cuando desperté recordé aquel sueño blanco, infinitamente blanco. No había nada más alrededor y sentía paz, una profunda y absoluta paz inexplicable.
Al despertar quise volver al sueño y no volver a despertar -¡Esa sensación era única!- Y hasta creo haber olvidado todo lo demás.
Entonces sentí sueño de nuevo y me dormí emocionada pensando que encontraría de nuevo aquel sueño blanco y mágico, pero no fue así.
Horas más tarde desperté con un profundo nudo en mi garganta y en mi pecho.
¿Estás bien? –preguntó la doctora –
Por supuesto que si –le respondí –
Saludé, me retiré del consultorio y apunté hacia la sala de espera.
Anginas –pensé –
Y de paso por los pasillos cogí un asiento y me dormí de nuevo.
Son apenas las siete de la tarde y ya me están diciendo que debo marcharme, salir de allí, de la sala de espera en donde me alojé para continuar mi sueño.
No estoy sola –me dije-
Ahora estaba más relajada aunque muy triste y nostálgica.
Delfina no tendrá un padre –le dije a la anciana que se alojaba en la silla de al lado – y una lagrima atravesó mi mejilla izquierda.
-No es tan importante, nosotras siempre cargamos con todo pero el amor que te puede dar esa niña compensará la lucha –prosiguió.
Solo pude agradecerle y aflorar nuevamente mi amor hacia el mar, los delfines, la arena, con Delfina y los recuerdos deshechos que arrojé alguna vez desde un placard.
Ya pasó algún tiempo desde aquel día. Delfina es un sueño blanco, pero para mí no es más que lagunas de sangre y sollozo de un día en el que mis nervios me traicionaron deshaciéndose de ella para siempre. Entonces no hubo salvación para su corta y celeste vida.
Dicen que a veces lo que uno escribe son anhelos transformados en sueños y realidades.
Eso acotó alguna vez después de aquel episodio un colega y amigo mío mientras
cenábamos en Palermo Hollywood y de a poco ojeaba mis escritos.
Ahora solo me acompaña un fuerte sentimiento de hacer algo importante para cambiar mi vida. Mi meta es una sola.
Ser feliz.
“Cuando algo concluye no indica un final; sino el comienzo de una nueva etapa y la libertad de elegir un nuevo camino”
Ruth Medinna. (Aforismos)
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Como lograr la felicidad plena
La felicidad no es un estado de excitación humana que ocurre en un momento y luego desaparece, pues a eso llamaremos fascinación que es un estado de alegría intensa con una mezcla de la seducción del momento que nos atrae y nos toca vivir. En cambio la felicidad es una actitud frente a la vida que se toma por decisión propia. La alegría de vivir es un impulso que nace desde lo más profundo de nuestros corazones y nada tiene que ver con lo exterior sino de nuestra capacidad de saber vivir en positivo y si hacemos un conjunto bastante continuo de estos sentimientos podremos advertirnos de que realmente somos felices.
Para entender el mensaje veremos que esta formada por distintos componentes y todos ellos requieren de un equilibrio absoluto en nuestras vidas. Paz, armonía, seguridad, alegría, momentos de tristeza y valor para dejarlos a un costado y disfrutar de las cosas que nos hacen bien, tranquilidad y fe.
La fe será nuestra mayor herramienta para llegar hasta ella y esto no trata de religiones, ni de dioses, ni de nada que tenga que ver con ello. Se trata de la energía positiva que atraeremos a nuestras vidas para seguir obteniendo cosas positivas.
Las buenas obras atraen buenas obras, los buenos pensamientos atraen más buenos pensamientos y gracias a ello lograremos el éxito en todo lo que emprendamos.
Alcanzar la felicidad no es tarea de un momento, la felicidad se logra a través de los años, a través de las vivencias y con el equilibrio que si logramos hacer buen uso del mismo nos sentiremos satisfechos de nuestras experiencias tanto “malas” como asimismo las buenas.
Se acompaña con pequeños ejercicios diarios y requiere de mucha “disciplina”, elemento que utilizan los grandes sabios para lograr un estado de paz y amor absolutos y obtener de ello la herramienta para ser feliz. Este amor no es necesario que sea el amor al resto de las personas, sino que puede ser el amor a la vida misma, a las cosas que nos gusta hacer, a las personas mas cercanas, al trabajo, a las causas nobles o a lo que fuere pero sobre todo el propio, el de hacer lo que no hace sentir bien y sea por la causa que fuera.
Es necesario tener en cuenta que de cada actitud positiva ante la vida obtendremos mas cosas positivas debido a la fuerza magnética que existe en el universo. Por eso es bueno repetir dentro de uno mismo al levantarse cada mañana o al iniciar la jornada habitual o no “Este día será mucho mejor que el de ayer” y creerlo ya que de este modo estaremos utilizando una herramienta necesaria para lograr llegar a la plenitud de la felicidad y al mismo tiempo emitiremos al universo y las ondas magnéticas que atraerán mas pensamientos positivos que luego serán tomados como objeto de utilidad para nuestro bienestar.
También debemos pensar en lo afortunados que somos por tener lo que tenemos sin reparar en lo que no tenemos; el ver el vaso medio lleno en vez de el vaso medio vacío nos estará cambiando el modo de pensar y creer y nuestra actitud frente a la vida será diferente por lo que poco a poco estaremos consiguiendo llegar a la cima de la felicidad. También debemos agradecer por estar vivos “Vivir es una maravillosa oportunidad para desafiar la destino y buscar conseguir lo que tanto deseamos”
Nunca olvides que tu eliges la vida que quieres vivir, todo lo que te ocurra será consecuencia de tus actos y estarás a cargo de lo que te pase siendo tú mismo el único responsable. La llamada casualidad no existe, pero en cambio si existe la causalidad que proviene de causa y efecto.
Debes creer y comprender que eres importante y vales, tienes una misión en esta tierra y de ti depende cual sea y que tan valiente eres para lograr el equilibrio y saber cuanto valor tienes en este mundo; pues entonces demuéstraselo a los demás.
Eres capaz y puedes, tú quieres y también te quieren. Debes convencerte de ello y repetirlo cada día si es necesario hasta que lo sientas y pienses de manera natural.
Quererte a ti mismo te levantará la autoestima y los demás lo notarán y te darán el valor que mereces.
Pon objetivos pequeños a cumplir en tu vida y cuando puedas conseguirlo pon metas y no pares hasta lograrlas “Cuando mayor es el obstáculo, mayor es la recompensa”
Recuerda siempre que tu vida depende de tu actitud frente a ella y lo que obtengas será resultado de tu inspiración.
No envidies a nadie por lo que tiene o por lo que es, esto te restará alegrías en la vida y restará felicidad de ella. Si las personas que te rodean cumplieron sus metas, tú debes lograr las tuyas sin poner la mirada en lo que los otros quieren conseguir. No hay nada más satisfactorio que nutrirte de la fortaleza para lograr nobles objetivos y grandes metas.
No te compares con los demás, nadie es igual a nadie y no hay nada más triste que carecer de personalidad. Quienes sienten envidia de su prójimo tienden al resentimiento, la melancolía y no consiguen vivir en paz consigo mismos.
No guardes rencor en tu corazón, ese sentimiento negativo que no te dejará ser feliz. Deja que las leyes hagan justicia, tú solo perdona y te aliviarás de esos sentimientos negativos que no te dejan vivir en paz.
No maltrates a nadie. Todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y nos quiera y todos tenemos defectos y virtudes pero no hay mayor virtud que la lograr la paz interior.
Sé menos crítico y pon la mirada en lo que sirve como ejemplo para cambiar actitudes negativas de tu vida. Acepta tus limitaciones y las de los demás. Concéntrate en tus capacidades y pon énfasis en eso. Administra tus energías en pensamientos valiosos y actitudes positivas, esto te confortará cuando el viento sople en contra y te dará las fuerzas necesarias para seguir adelante y sonreír ante las dificultades.
Ayuda a tu prójimo solo cuando lo hagas de corazón y sin pensar en que vas a recibir a cambio, a veces las personas suelen decepcionarse esperando respuesta y en actitudes que nunca llegan y la decepción es el sentimiento mas triste que existe en la tierra. Esto se debe a que nos provoca un inmenso vacío interior y bien sabemos que los vacíos siempre requieren ser llenados debido al dolor espiritual que causan a las personas ante dichas circunstancias.
No pienses en que todo lo puedes, nadie es omnipotente y el comprender esto es esencial para entender que somos humanos y por lo tanto errantes, por lo que vivimos en un aprendizaje constante de acuerdo a lo que estemos abiertos para aprender hasta el final de nuestros días. Déjate ayudar y pide lo que necesites a quienes te quieren, seguramente lo harías con gusto con las personas a las que tú quieres.
La ley del dar y recibir se cumple en todos los casos y todo lo que damos a los demás no es devuelto en alguna forma hacia nosotros por la ley de atracción que nos provee el universo.
“Hoy recibí una noticia que en otros momentos me resultaría dramática. En poco tiempo me quedaré sin mi trabajo actual, pero conseguiré otro mejor porque así lo deseo y así lo creo”
“De todos modos si no fuera así estaré disfrutando de que ustedes compartan mi experiencia a través de la lectura y colaboren consigo mismos a encontrar la felicidad"
Continuará...
Mutando cada día para aprender a vivir
Me quedé sin trabajo, estoy tranquila, una seguidilla de enredos me ayudo a tomar coraje y decidir que hacer sea cual sea el riesgo que corriese, no podía quedar sentada esperando así que tomé fuerzas y salí en busca de un empleo nuevo. Lo conseguí enseguida porque estaba segura de mi misma, de todos modos todos me conocían en el barrio y sabían bien lo luchadora que soy y más de uno me ofreció trabajo en varias ocasiones.
Trabajé algún tiempo hasta que empecé a notar que mi nuevo jefe tenía comportamientos agresivos y brotes de psicosis, no dudé mucho en renunciar, nada me ataba, ni la necesidad de mantener los gastos mensuales de vivienda, ni las obligaciones diarias, ni el perder el lugar que tanto me costó conseguir.
Fue así que viaje para emprender algo por mi cuenta, había tocado fondo y lo único que entendía era que ya no quería volver a trabajar bajo relación de dependencia.
Durante mi estadía fuera de Buenos Aires conocí gente increíble y maravillosa. Uno de los lugares que más me gusto fue Misiones, su gente, su vegetación, su ritmo de vida pacífico y los valores de las personas. Supe entonces que mi destino final estaría allí ya que debería concluir mis días en un lugar que me brindara la paz que necesitaba.
Resolví hacer mis negocios con una pequeña indemnización que cobre de mi empleo anterior al último y compre algo de mercadería que luego transporte a la Ciudad de Córdoba. Los negocios no me salieron del todo bien pero volví a Buenos Aires desconcertada. Esto era peor que cualquier cosa. Busque ofertas laborales que me dieran cierta independencia pero no trate con las mejores personas y el dinero se fue consumiendo con los gastos de alquiler, comida, etc.
Ya estaba tocando fondo nuevamente cuando tomé coraje y en actitud de camicace tomé un pequeño bolso y me dirigí con las monedas contadas a la terminal de ómnibus donde saqué pasaje a cualquier lugar de la Costa Atlántica donde hubiera algo de bullicio y gran flujo de gente. Estaba casi en temporada y conseguiría un empleo para recomponer mi situación lo antes posible. No importaba siquiera donde dormiría “siempre que llovió paró”
--Dice el dicho -.
Acá todo se ve diferente, la nostalgia parece invadir mis extremidades. Extraño a las personas que quiero, aquellas que formaron parte de mi vida y las que pasaron brevemente por mi camino, extraño a mi familia por sobre todas las cosas, a mis amigos, a la gente que me saludaba con euforia cuando recorría las calles de Buenos Aires, extraño un poco la vida que tenía y a veces hasta suelo extrañar el ruido del tren que se oía seguido desde mi ventana. Pero bien vale la pena el esfuerzo porque una vez mas sé que algo mejor viene en camino.
Fin.
“La evolución del tiempo enseña su grandeza a los sabios que aprenden a utilizar el dolor como herramienta para llegar a la felicidad y la torpeza al necio que se sumerge en el desconsuelo”
Ruth Medinna.